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Día 183

  Un día tuve al mar y jugamos a que invadía mi casa, levantadas sus alas de espuma armaba el correr eufórico de la gente desalojando cines y edificios. Vi a ruiseñores pedir un leve auxilio, luego soltaron sus alas y fueron sardinas nacarando la superficie. Ese día que el mar nos amó   nacieron sirenas y bagres robustos, hubo aletas doradas, escribas que adaptaron cinceles para labrar con versos la roca marina. Un islote contuvo amantes, todos nos hundimos a voluntad, sin culpa por abandonar la tierra en llamas. Dejamos de la aridez de este territorio para regresar al agua, abrazados en la humedad, desnudos de todo pasado desértico, en paz con la vida que nada sabe, que todo se lo lleva.   I. H.  

Día 186 del Diario de los días del encierro y poco mar

  Día 186 No se te obligó a nada No se te obligó a nada La oscuridad apareció y le arrojaste tu cuerpo Cada moneda del bolsillo, la poca soledad, tus manos. El volcán no pidió tu cuerpo Resbalaste con intención, sonriendo a la caída Con la bondad del mártir y sus lobos oliendo el aire de otoño No pude borrar tu nombre del libro de las fragmentaciones Las gaviotas huyeron, nubarrones.                         Al pueblo lo barrió la nostalgia Esta noche no alcanzaron los cabos de velas, el café amargó a las cortinas Se llovió cada gota de luz y cerraste los ojos                   Temblaron venas vegetales, la caricia; verdes dudas. Te quiso la mañana parda (Por tu entrecerrar de puertas) angosto ángulo para nacer en última palpitación. I.H.